viernes, 12 de febrero de 2016

Sábanas de febrero y besos de viernes 12

Hay una frase de una canción indie, sí, una de esas que me gustan tanto y que tú odias pero que sin embargo siempre pones cuando estamos juntos, que dice algo así como "nuestro amor fue hecho para las pantallas de cine". Y créeme si te digo que en mi mente somos película de culto. 

Páginas y páginas en blanco hablándote sin hablarte, y esta vez sólo hicieron falta tres palabras y dos signos de interrogación:"¿A qué hora?". "Ahora mismo". Para la complejidad del ser humano, a veces resultamos inhumanamente sencillos. 

Sábanas de febrero y besos de viernes 12. Tú y yo, enredados el uno con el otro: nuestros cuerpos; nuestros labios. Así comenzaban nuestros fines de semana: en tu casa, sedientos el uno del otro, por una vez soltándonos de cuerdas y cadenas, saboreando nuestro pequeño e inmenso momento. Hace tiempo que perdí la cuenta de los días y todavía sigo sin saber cómo describir la sensación de que me abraces.  

Pusimos The Magnetic Fields y dejamos que la música se colara entre nosotros. "Nothing matters when we're dancing", te cantaba mientras intentaba que no fuera demasiado evidente que no me sabía la letra con sonidos y palabras sueltas. Me gusta suicidarme musicalmente: ya sabes, relacionar canciones contigo. La cleptomanía de recuerdos debería estar penada con cadena perpetua. 

Creamos universos paralelos, alcanzamos la velocidad de la luz y dibujamos constelaciones, uniendo los puntos de tu espalda en líneas semirectas: y digo semi porque no parabas de moverte.  

Y en ese momento nos sentimos más arte que nunca, porque cogiste lo efímero y lo transformaste en eterno en forma de fotografía. En mi lista de primeras veces, tu nombre figura en el apartado de "ser vista a través de un objetivo con los ojos de un loco", porque siento darte esta terrible noticia, pero estamos locos el uno por el otro; porque esa forma de mirarme que tienes me llevó a la demencia. Desde entonces vivo enamorada de esas fotografías. Dementemente enamorada. 

Y llegar tarde siempre por entretenernos entre besos. Entre besos y abrazos, y caricias, y sonrisas...

Podría contar con los dedos de las manos las ocasiones en las que me puedo permitir dejarme llevar por la impulsividad, pero admito que esta vez lo hice. Mientras me acompañabas devuelta a la realidad, nos cogimos de la mano y corrimos cuesta abajo sin pensar en los límites de velocidad o en los límites de la cordura. "Míralos, pobres ingenuos, son felices", habrían dicho muchos. Pero seguimos corriendo, juntos de la mano, para sentirnos libres aunque sea a pequeñas dosis, quedando exhaustos sin quedar exhaustos el uno del otro. Son nuestras respiraciones entrecortadas las que me quitan el aire.


No hay comentarios:

Publicar un comentario